Mis bisabuelos José y Rosario y yo
De pequeña sólo me vestí tres veces, sólo tuve tres trajes hasta los 9 años. Después mi madre, no sé por qué razón perdió el interés en vestirme. Le pregunté muchas veces, ¿mamá porque no me vistes ya de gitana? Y ella siempre me respondía igual. "Porque tú estás vestida todo el año, a tí no te hace falta"
Mi hermana Sara y yo
Quizás dejó de gustarle el ambiente frívolo y clasista que la feria de Sevilla fue adoptando. Un contraste muy fuerte entre ricos y pobres, personas que disfrutan sin medida y otras que trabajan durante una semana casi sin dormir en unas condiciones realmente duras, casi de explotación laboral... Ver a tantas mujeres gitanas vendiendo biznagas de jazmín, rosas, claveles buñuelos, pelotas, globos ETC. o comprobar cómo algunas personas explotan a algunos gitanos cantando durante horas, por 20 o 30 míseros euros, no es grato para alguien que mira con el corazón. En la feria siempre hay contrastes de ricos y pobres, de hecho, esos primeros gitanos tratantes, la mayoría eran adinerados, gitanos de Extremadura y de diferentes lugares venían a estos encuentros de ganaderos o chalanes. Pero también está la otra realidad, los que venden por necesidad en una economía de subsistencia. El año pasado, una gitanita que vendía claveles, me pidió a las 4 de la madrugada que por favor le comprara un "cola-cao calentito", se nos partió el alma. Esa es la realidad de la feria. Mientras muchos la usan como escaparate de la riqueza o la capacidad económica, de la ostentación de la clase a la que corresponden, otros intentan ganarse la vida nadando en extrema pobreza.
De hecho, a mi madre, sigue sin gustarle la feria aunque para complacernos, le hace a mano los vestidos a mis sobrinas y los saca un ratito por los cacharritos todos los años. Por cierto, NO es "TRAJE DE FLAMENCA, ES EL TRAJE QUE VESTÍAN LAS GITANAS, bajo mi opinión y según he ido investigando, fue la nueva conquista o eclosión identitaria tras siglos de genocidio cultural". No me voy a parar en que la reminiscencia del batón y de esas faldas tengan su inspiración en los antiguos vestidos de la India, persas etc., me centro en el periodo inmediatamente después de estos siglos de disposiciones jurídicas antigitanas. Desde que en 1499 que se aprobara la primera pragmática antigitana y se criminalizara la identidad gitana, prohibiéndose toda seña de identidad por los Reyes Católicos y sus sucesores, probablemente, el traje de gitana fuera la nueva conquista de identidad tras años de inquisición identitaria, pues hasta la pragmática de 1783 los gitanos no tenían permiso de residencia en cualquier parte del reino. En esa misma pragmática, Carlos III nacionalizaba a los gitanos al declararles ciudadanos españoles entre muchas otras mejoras, pero a costa de que los gitanos abandonaran su realidad e identidad étnica, como la forma de vestir, no usar su idioma , asentarse y abandonar la vida errante. En esa misma pragmática se ilegalizó la palabra "gitano" en la administración española para referirse al colectivo, por lo que a partir de ese momento, a nivel estatal deja de existir tal distinción, también se permitió emplearse y trabajar en lo que quisieran, así que muchos volvieron al trato del ganado. Y sin duda alguna, una vez más las gitanas andaluzas, volvieron a imponer sus cánones estéticos, volvieron a desarrollar su identidad entre lunares y volantes, flores y mantones. Y así lo recogen los expertos, un estampado que empezó siendo desechado y un atuendo que llevaban las “gitanas a las ferias de ganado” , se ha convertido en seña de identidad andaluza y española en el ámbito internacional.
Así está recogido en las pruebas documentales y los archivos fotográficos, que en las antiguas ferias de ganado durante finales del siglo XIX y principios del XX, las mujeres gitanas vestían esta bata de volantes porque era muy cómoda y fresca, lo que la hacía perfecta para la realización de faenas. De hecho, la elección de la tela también fue cosa de las mujeres humildes, las mujeres gitanas que trabajan en los campos junto con otras campesinas, eligieron las telas de lunares porque en principio nadie las quería. Los lunares fueron fruto de un error de estampación y los fabricantes liquidaron aquellos retales a precios muy baratos. Así que ellas, las gitanas, usaron esas telas para hacer sus faldas y batones, además tenían la costumbre de añadir a la bata, volantes, bordados y colores, unas confecciones que, curiosamente, no pasaron desapercibidas para las señoras de la alta sociedad de aquella época. Durante el camino a la feria de ganado ellas trabajaban junto a sus maridos, se perfumaban su pelo poniéndose las flores que encontraban por el camino. Esto hizo que fueran muchas las que empezaran a elaborar trajes con estos elementos, sobre todo a partir de 1847. Tras la aprobación de la Reina Isabel II, el 18 de abril del año 1847, en el actual Prado de San Sebastián, se inauguró la primera Feria. A esta primera Feria de Abril acudieron cerca de 25.000 visitantes, contó con 19 casetas y supuso un auténtico éxito. Así empezó a popularizarse el traje de flamenca. Lo que en principio empezó siendo una feria de ganado se convirtió en un encuentro para la fiesta y el ocio y aquellas batas, se transformaron en objeto de atracción para las señoras de la alta sociedad. Estoy convencida de que ellas no les pusieron nombre a su atuendo, fueron las mujeres no gitanas las que decían: “el vestido de esas gitanas, el vestido de las gitanas, como visten las gitanas”
Poco a poco, el vestido que usaban las gitanas se convirtió en el traje ‘oficial’ para asistir a la feria. Fue a partir de 1929, durante la Exposición Iberoamericana, cuando su uso se ‘oficializó’, gracias también a la profesionalización del flamenco, que tomó este atuendo como propio.
Fotografía de un café cantante de Sevilla en 1885.
Pocos trajes regionales son tan reconocibles como el traje mal llamado de " Flamenca" porque sin duda alguna, era el vestido o atuendo de las Mujeres Gitanas en las primeras ferias de ganado. Actualmente, es el único traje regional español que evoluciona en el tiempo, convirtiéndose en todo un referente de la cultura española y un icono de moda, ya que, cada año, se reinventa con nuevos materiales, complementos o estampados.
Que el efecto de las pragmáticas antigitanas de negar la identidad, especialmente la de pronunciar el término “gitano” siga afectando por favor, no es traje de FLAMENCA ni de FARALAY, es TRAJE DE GITANA , porque así vestían nuestras tatarabuelas cuando iban a faenar. No llamarle traje de gitana es fruto de esa estela del genocidio cultural de negar e invisibilizar nuestra identidad...Y si te refieres a él como traje de flamenca, no olvides sus orígenes, ni lo que significó tras siglos de persecución. Este atuendo fue el principio de esa reconquista identitaria, volver al trato del ganado, volver a ejercer sus oficios, volver a vestir como ellas y ellos quisieron aunque hasta la aprobación de la Constitución y la llegada de la democracia, el Pueblo Gitano siguió sufriendo persecución y hostigación, pero es innegable que este vestido, llevaba mucha reconquista, amor propio, resiliencia, resistencia y sobre todo, mucha identidad gitana. Otro día os dejaré una entrada sobre el traje de los hombres, el que se conoce como amazona o Cordobés.
Por cierto, me alegro mucho de que la campaña publicitaria de Cruzcampo, haya recogido el término “la gitana de Cruzcampo”. La identidad española y su cultura, está muy impregnada de nuestra identidad, a pesar de que muchos no lo sepan o quieran reconocer.
Séfora Vargas.
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