martes, 2 de diciembre de 2025

La falsedad del activismo





Hay una ironía triste —y casi cómica, si no doliera tanto— al  ver cómo la palabra activismo puede torcerse hasta convertirse en un espejo donde algunos se miran con exceso de luz y muy poca vergüenza. Una palabra que debería oler a dignidad, a derechos humanos, a lucha honesta… usada como si fuera un tocado de coronación para egos hambrientos.

Porque sí, hay quienes confunden la causa con su marca personal, el derecho con su currículum, y el sufrimiento real con un escenario donde interpretar su obra favorita: “Yo, Yo Mismo y Mi Trono”. Y mientras tanto, la lucha por erradicar la pobreza, la discriminación, la violencia contra mujeres y niños… queda relegada al papel secundario, como si fuera un extra sin diálogo.

Y duele especialmente cuando esto ocurre dentro del activismo gitano, una causa noble que merece transparencia y unión, no guerras de popularidad ni maniobras oscuras para cerrar puertas a quien no juega al teatrillo del poder. Qué paradoja: quienes dicen defender la libertad, a veces la niegan con una facilidad escalofriante… pero eso sí, siempre con un discurso impecable y una sonrisa muy institucional y una falsedad indescriptible.

Yo, que no tengo partido ni trono que defender —y que no lo quiero perder, por cierto — observo este circo con un cansancio poético:
la causa se convierte en corona,
la lucha en pasarela,
y los derechos humanos en accesorios decorativos para quien necesita brillar, un festival de máscaras carnavalescas que avergüenzan y lo hacen intentando  apagar a otros.

Qué triste y qué patético cuando el activismo deja de ser servicio y se convierte en capricho. Cuando la palabra comunidad se usa para justificar la vanidad, y cuando quienes realmente trabajan por el pueblo gitano son quienes más puertas tienen que derribar, no contra el racismo externo, sino contra los laberintos internos que construyen ciertos egos desbordados.

Ojalá algún día recordemos lo evidente:
que la justicia no es un premio,
que la causa no es un feudo,
y que ningún pueblo merece ser utilizado como escalera para ambiciones personales.

El activismo es lucha, no trono. Y quien lo olvida, quizá debería bajarse del escenario o al menos quitarse la máscara… antes de que la gente empiece a aplaudir por sarcasmo y no precisamente por respeto. 
#seforavargas
#activismoetico
#pueblogitano

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