Manuel Valls, ministro francés de Interior, declaró [la víspera de su visita a Rumanía el 12 de septiembre] que Francia ya no podía acoger a todos los "condenados de la tierra" ni a esas "poblaciones perseguidas en sus países", haciendo referencia a los gitanos que llenan los autocares que conectan Rumanía con Francia. Pero en esta ecuación falta la opinión de los interesados. Ningún responsable les ha preguntado lo que pensaban y qué les parecía esta repatriación. Sin duda, los gitanos regresarán a Rumanía y luego volverán a marcharse, mientras los franceses les ofrezcan la posibilidad.
En Bucarest, durante la visita del ministro Valls, los gitanos protestaron ante el edificio del Gobierno, para expresar su descontento de ser únicamente una pelota en un partido de ping-pong entre las autoridades rumanas y el resto de Europa. Mientras no haya nadie que se decida a resolver sus problemas, optarán y seguirán optando por la emigración. Algunos gitanos "euro-deportados" desde Francia han hecho de este regreso una etapa para "recargar las pilas" y también su bolsillo, gracias a los 300 euros que reciben por persona por marcharse del país "libremente y con su total consentimiento". Tras una estancia de unas semanas en Rumanía, la mayoría regresa al país del que salieron pero que en realidad nunca dejaron.

Se marchan a ganarse mejor la vida

Gheorghe Victor, alcalde del municipio de Cojasca, del departamento de Dambovita, es responsable de una comunidad de más de 7.000 almas, de las cuales, el 90% son gitanos, concentrados en su mayoría en el pueblo de Fantanele. Muchos de ellos se han marchado a distintos lugares de Europa: "Creo que no podemos hablar realmente de emigrantes. En mi opinión, se trata de ciudadanos de la UE que se marchan un mes o dos a países como Francia, Italia o Alemania, donde pueden ganarse mejor la vida. Son ciudadanos que tradicionalmente ejercen el oficio de músicos ambulantes". El alcalde, seguro de la honorabilidad de los lugareños, pondría la mano en el fuego por ellos y asegura que no han cometido crímenes en esos países: "El 99% son fieles del pentecostalismo. No beben, no fuman, no cometen actos violentos, porque su fe no se lo permite".
Por ejemplo, la familia de Dan, apodado "El Francés", prospera gracias "al dinero de Sarkozy" [haciendo alusión a la ayuda para el regreso humanitario que el presidente Nicolas Sarkozy otorgó con las primeras expulsiones en agosto de 2010]. Es el ejemplo típico del gitano que realiza el trayecto de ida y vuelta entre París y Fantanele. Su casa no pasa desapercibida, porque tiene más hijos que el resto de todos habitantes del callejón juntos. Están delante de la casa, alrededor de la valla fabricada con contrachapados de diversos tipos.

Un hijo por año

Cuando salen los padres y los hijos, en total son 13 personas. Rápidamente nos damos cuenta de que han seguido el principio de "un hijo por año". A Dan le pusieron el apodo de "El Francés" o "Bonjour" porque últimamente ha estado por las orillas del Sena, vendiendo ambientadores para coches en los semáforos. ¿Ha tenido algún altercado con las fuerzas del orden? "Pues claro ¿quién no lo ha tenido? Pero depende de quién haga la ronda y del humor de los ‘maderos’: algunos hacen como si no nos vieran, otros nos confiscan la mercancía y el dinero, pero nunca nos dan recibo".
Dan "El Francés" dice que se ha acostumbrado a hacer el viaje de ida y vuelta, aunque la parte de la "vuelta" a menudo la hace "tras la sugerencia" de las autoridades francesas. Da gracias al Señor por tener buena salud y por poder marcharse "a esa Francia", porque sin este país, todos vivirían en la miseria. "Necesitamos como mínimo 20 panes al día" [entre los gitanos, el pan, en su valor por kilos, es la unidad tradicional de medida de la prosperidad económica], se queja su mujer, mientras mece en los brazos al que, de momento, es su hijo más pequeño. "Los chicos regresaron a casa, vieron que aquí no podían ganar dinero y volvieron a marcharse", añade la mujer.
En esta ocasión, Dan “Bonjour" volvió al país porque sus hijos estaban enfermos y tuvo que venir para ayudar a cuidarles. Cuando estaba en París, las últimas semanas tuvo que dormir en su coche, aparcado en el distrito XVI. “Una especie de vivienda temporal en París...". Ahora está esperando a que sus hijos que se han quedado en Francia le envíen dinero para pagar el autocar de regreso. Algo que hará seguro, si así lo quiere el Señor. Y hasta ahora, Dios ha respondido a todas sus plegarias.