“TENER HIJOS NO ES UN DERECHO, SINO UN DESEO” Pero… ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Cómo consagra
la Biblia a los hijos?
En los últimos días,
llevo leyendo y oyendo verdaderas aberraciones al respecto, a veces repetimos
de forma sistemática lo que otros dicen al respecto, nos ofuscamos en la
mercantilidad de la actividad, en el supuesto
útero de alquiler y en los derechos que ese hijo HA DE TENER, sobre que nunca
conocería a su verdadera madre biológica, etc. La cuestión ha sido tan polémica
que hasta el “culmen de la amoralidad de este país, se ha pronunciado”.
No voy a entrar en la
mercantilidad del útero de la mujer, porque todos sabéis que soy más que
defensora de todos los derechos de la MUJER, pero si me choca que muchos
cristianos no cesen de repetir en modo eco, “TENER HIJOS NO ES UN DERECHO, SINO
UN DESEO”. Lógicamente no voy a entrar en la bioética ni ética del
hecho en sí, porque sería muy extenso, pero me niego a pasar por alto que de
forma reiterativa muchos de nuestros representantes cristianos se pronuncien
afirmando que tener hijos no es un derecho, sino un deseo.
No voy a entrar tampoco en lo que dice el Parlamento Europeo, ni en lo que dice, el artículo 10 de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida establece que “será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero”, o el Tribunal Supremo español, porque evidentemente estoy muy de acuerdo con proteger a la mujer de todas las prácticas de explotación posible.
Cuando se
repite hasta la saciedad: “Tener hijos no es un derecho”, se refiere
básicamente a que el deseo de ser padres no puede ser a costa de la explotación
de un tercero, hasta ahí, bien y sobre todo, que este precepto no existe como
derecho porque no existe precepto alguno en la
Constitución española (CE) que contemple un “derecho a tener hijos” ni un
“derecho a no tenerlos”. Y aunque el Tribunal Constitucional (TC) ha insistido
en que forma parte del libre desarrollo de la personalidad la libertad de
procreación (SSTC 215/1994 y 60/2010), con este único anclaje no estaríamos en
presencia de conductas amparadas por un derecho fundamental porque el citado
libre desarrollo de la personalidad no está contemplado como tal en la CE. No
obstante, en mi opinión, cabría conectar algunas de las concreciones de esta
“libertad de procreación” con facultades del derecho a la integridad física y
moral del artículo 15 CE y del derecho a la intimidad personal y familiar del
artículo 18.1 CE. ¿Pero habéis pensado que si no es un derecho, el estado
no tiene obligación de garantizarlo? De ese modo, no tiene la obligación de
sufragar los costosos gastos de tratamientos que no están al alcance de
cualquier familia, como si está obligado a garantizar el Derecho a la
educación, por ejemplo.
Así, se puede hablar, al menos en términos académicos, de un “derecho complejo a tener, o no, hijos”, no mencionado de manera expresa en la CE, derivado de varios enunciados constitucionales y que incluiría una pluralidad de técnicas de garantía en forma de, limitadas, libertades y prestaciones; entre otras: la libertad para usar métodos anticonceptivos en general y optar, en su caso, por esterilizaciones voluntarias; la libertad para tener hijos al margen de la edad o del estado de salud; la libertad para tener un parto en casa, etc. Más bien forma parte de lo que se recogía en filosofía del derecho, como norma “permisiva”, es decir, en las normas se diferencian tres categorías: permisión, prohibición y obligación. Lógicamente NADIE PUEDE PROHIBIRTE TENER HIJOS, NADIE PUEDE OBLIGARTE A TENER HIJOS, POR LO TANTO, SE TE PERMITE TENER HIJOS, de ahí la permisión.
Pero… Hemos pasado por alto algo, en esa afirmación
sobre “tener hijos no es un derecho sino un deseo” deja al descubierto que nos
adherimos al concepto técnico de que no es un derecho consagrado como tal en la
constitución pero ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Cómo consagra la Biblia a los hijos?
·
He aquí, herencia de
Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del
vientre. Salmo 127:3
·
Pero he aquí que la palabra del SEÑOR
vino a él, diciendo: Tu heredero no será éste, sino uno que saldrá de tus
entrañas, él será tu heredero.… Génesis 15:4,5
· Bendito el fruto de tu vientre, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el aumento de tus vacas y las crías de tus ovejas. Deuteronomio 28:4
Los hijos no son un simple deseo, sino una herencia, un legado, una promesa, una bendición. No es fruto de un simple deseo, hay cientos de versículos que avalan este concepto, así que a pesar de respetar todos los preceptos constitucionales y gran parte del ordenamiento jurídico sobre el derecho que uno tiene a decidir sobre su vida, integridad física, derecho a procrear o tener una familia, NO ADOPTEMOS CONCEPTOS JURÍDICOS bajo la simple perspectiva legal o ilegal, porque nos olvidamos de la perspectiva de Dios. Los hijos no sólo solo un deseo, son parte (si así lo deseas) de un legado de Dios, de una herencia.
En la Biblia se recogen prácticas igual de inaceptables que la maternidad
subrogada, de hecho, una que a mí me escandaliza es la figura de las “concubinas”,
(se usó del mismo modo en caso de esterilidad como vientres subrogados),
esposas de segunda categorías, mujer legítimamente unida en matrimonio a un hombre en una relación inferior a la de
la esposa. En la ley de Moisés se asume y se dan
estipulaciones sobre el concubinato que trataban de prevenir sus excesos y
abusos (Exo 21:7-11; Deu 21:10-14). Las concubinas gozaban únicamente del
derecho de cohabitación legítima. No tenían autoridad en la familia ni en los
asuntos de la casa. Sus maridos las podían despedir con un pequeño obsequio y
sus hijos, mediante pequeños presentes, podían ser excluidos de la herencia
(Gen 25:6).
Los hijos eran considerados legítimos, aunque los hijos de la primera esposa eran preferidos en la distribución de la herencia. Algunos de los personajes prominentes del AT que tuvieron concubinas fueron Nacor (Gen 22:24), Abraham (Gen 25:6), Jacob (Gen 35:22), Elifaz (Gen 36:12), Gedeón (Jdg 8:31), Saúl (2Sa 3:7), David (2Sa 5:13; 2Sa 15:16; 2Sa 16:21), Salomón.
Así que más allá de las aberraciones que se produjeron desde antaño, este tipo de prácticas han existido siempre, sino con parte de su cuerpo, con su esencia entera. Tener derecho a cohabitar solamente, es una aberración, recordemos a Agar, la sierva de Sara, concubina de Abraham (Gen 16:1-2). Existen pruebas documentales (Código de Hammurabi) de que era costumbre hacer un contrato matrimonial en el cual se proveía que si la esposa era estéril, debía dar una criada al esposo para que pudiera tener hijos. Los que así nacían participaban en la herencia, pero si luego la esposa tenía hijos, los suyos tenían precedencia sobre los de la sierva…Y nació de esta unión Ismael, siendo Abraham de ochenta y seis años de edad, Gn 16, 1-15. Y todos conocemos la enemistad hasta hoy entre los descendientes de Ismael y el pueblo de Israel. Lo que nace de algo antinatura, tiene sus consecuencias.
Igual ocurrió entre Raquel y Jacob; éste tomó a Bilhá,
la sierva de Raquel, quien concibió y parió a Neftalí, Gn 30, 1-8; cuando Lía
dejó de concebir hijos, le dio a Jacob a su esclava Zilpá, quien parió a Aser,
Gn 30, 9-13. Los reyes poseían muchas concubinas, como David, 2 S 5, 13; 15,
16; 16, 21-22; 1Cro 3, 9; como Salomón, quien tuvo trescientas concubinas, 1 R
11, 3; Roboam tuvo sesenta concubinas, 2 Cro 11, 21.
Las concubinas así fueran tomadas de entre las
siervos o de entre las mujeres hechas prisioneras en la guerra, tenían sus
derechos, establecidos por la Ley Mosaica, Ex 21, 7-11; Dt 21, 10-14.
Es decir, que cuando miramos estas aberraciones que
hoy condenamos fervientemente, nos olvidamos que se hacían desde tiempos inmemorables.
Menos mal que Jesús vino a romper con toda la ley y trajo un Pacto Nuevo y
redimió a la mujer de esta esclavitud, pseudoesclavitud, y de estas costumbres
tan machistas y anti derechos humanos. Pero recordemos, que los hijos no son
sólo un deseo a la luz del ordenamiento jurídico, sino una herencia y por cierto
todo mi respeto a las mujeres que tienen muchas dificultades para ser madres,
en la Biblia también hay decenas de promesas para ellas y más respeto aún para
los matrimonios que deciden no tener hijos, yo por ahora, sigo sin tener hijos
y no dejo de reconocer, que los hijos son un regalo precioso y que no deben de
traerse al mundo bajo ninguna práctica aberrante ni contraria al sentido común,
o las leyes , aunque ya sabemos que cada país tiene una legislación específica
y eso entraña muchos debates éticos, jurídicos y cristianos al respecto.
Séfora Vargas.
Fuentes:
Leyes mencionadas
Propias investigaciones
Diccionario
Bíblico Digital