“Los
Gitanos de Cebú: Los Gitanos del mar” los primeros humanos adaptados
genéticamente para sumergirse
Un grupo étnico que
vive a los límites de la Ciudad de Cebú en la zona central de las Filipinas. Son los últimos nómadas del mar que existen, durante
siglos han vivido en el mar de manera
completa, moviéndose por un tramo del océano comprendido entre Malasia,
Filipinas e Indonesia. Aunque sus
números rondan hasta medio millón por algunos etnólogos, los que viven en las
islas filipinas, no superan los 35.000 (Magannon, 1998).
Todos los pueblos de esta
índole han sido objeto de la imposición cultural y religiosa a partir de la
colonización por los españoles desde los tiempos del rey Felipe II de España. Recordemos
que Filipinas fue colonia
española durante más de 300 años. Tras la Guerra
Hispano-estadounidense de 1898 continuaban jugando el papel de cabeza de turco,
siéndole asignada la culpabilidad de todos los males de la sociedad. En las últimas décadas, algunos grupos se han visto
obligados a establecerse de manera permanente en tierra firme debido a
diferentes problemáticas a la hora de poder sobrevivir. Pero la mayoría siguen
considerando el océano su hogar, viviendo en largos barcos conocidos como “lepa
lepa”.
Establecerse en el
mar ha sido su respuesta a la persecución, como la de gran parte del pueblo
gitano del mundo, la de huir ante la asimilación o el asentamiento forzoso. En
el mar tienen todo lo que necesitan para vivir y es en el mar, donde se sienten
seguros. Para ellos, el mar representa la vida. Hasta las mismas mujeres dan a
luz en el mar, no suelen hacerlo en tierra firme. Cocinan en sus casas
flotantes o de pilares. Los niños prefieren jugar en el fango o en las aguas de
bajo fondo a pie de sus casas. Los mayores al final de su vida, suelen pedir
ser dejados en un islote inhabitado del mar para que mueran entre sus olas con
discreción.
Son “parias”, se les atribuye la delincuencia callejera, la
mendicidad y la piratería en alta mar. Se encuentran cautivos por aquella
siniestra espiral descendente que los desprotegidos y desafortunados tienen por
ser gitanos. Los Bajau viven sin documentación y
sin acceso al censo, ni a la educación, ni a la sanidad, algo que realmente necesitan
cuando son obligados a vivir en tierra firme. La vida en tierra firme incluye
una alimentación a la que no están acostumbrados, así como el contacto con
enfermedades extrañas que en alta mar, no se dan. No tienen sentido de fechas ni de cumpleaños.
La mayoría no saben cuántos años tienen, y muchos de los más pequeños ni
siquiera tienen nombres. El concepto de estructuración temporal para ellos no tiene
cabida—ninguno lleva relojes—el sol, las estrellas y la marea son sus únicas
guías del paso del tiempo. Considerados escoria humana, repugnantes e
indeseables por los ciudadanos de sus países anfitriones, no se les concede prácticamente
ningún derecho legal. Solo son receptores de la caridad de alguna ONG o
misioneros católicos o evangélicos.
Su vida depende del
mar, no sólo como su hábitat natural y su único destino, sino como única forma
de sustento. Se ganan la vida mediante la `pesca por apnea” y padecen los graves
riesgos del buceo para el trepang, (recolectaban y procesaban los pepinos de mar, un pepino de mar
invertebrado marino apreciado por su valor culinario en general y por sus propiedades
medicinales).
PEPINO DEL MAR
"Cuando bucean a su manera tradicional, lo hacen
varias veces durante unas ochos horas por día .La pesca por apnea ha desarrollado hasta
mutaciones genéticas y una adaptación al medio acuático, insólitas. Tienen unos pulmones que han desarrollado una capacidad
sobrehumana. Desde niños, los miembros más pequeños de la comunidad Bajau se
revientan los tímpanos de forma muy temprana, lo cual les permite realizar
nadar a las profundidades marinas. Según los expertos, los Bajau, son los
primeros humanos que por mutación del ADN pueden sumergirse 13 minutos y hasta
70 metros bajo el mar. Melisa Ilardo, investigadora de la Universidad de Utah, tomó
muestras de saliva y medidas del el bazo de todos los integrantes del grupo con
un aparato de ultrasonidos compacto y descubrió que: los bajau tienen el bazo
hasta un 50% más grande que otros pueblos vecinos no buceadores, esto les proporcionan una ventaja genética para la
inmersión. "Creemos que en los Bajau tienen una adaptación que aumenta los
niveles de hormona tiroidea y, por tanto, aumenta el tamaño de su bazo". Los
Bajau pertenecen a una rama que se desprendió de los Saluan hace unos 15.000
años. Segú la doctora, eso es "tiempo suficiente" para desarrollar
esa adaptación acuática. También se cree que han evolucionado en cuanto a los
vasos sanguíneos que hace que los pulmones se llenen con más sangre con el
aumento de presión, algo que a ellos no les sucede. Haber desarrollado esta
capacidad les permite practicar la pesca submarina no como deporte, sino como
forma de supervivencia. Sin embrago, muchos sufren el síndrome de la
descompresión, que afecta a quienes suben de las profundidades marinas sin
respetar los tiempos de despresurización que necesita el cuerpo, es una de las
enfermedades que afecta a esta particular población de nómadas del mar.
El aumento de la sobrepesca y de técnicas como el uso
de dinamita o cianuro han ocasionado grandes problemas en las aguas de esa zona
que afectan tanto a los ecosistemas como a los Bajau Laut, quienes han visto
las aguas en las que habitaban amenazadas, siendo una de las causas por la que
algunos grupos han debido desplazarse a tierra firme, donde normalmente tan
solo acuden para enterrar a sus muertos y fabricar los barcos en los que viven.
Los Bajau Laut, tradicionalmente, han seguido una
filosofía vital en cuanto a su relación con el océano basada en entenderlo y
sentirlo como una entidad múltiple y viviente, creyendo en la existencia de
espíritus en las corrientes y las mareas, en los arrecifes de coral y en los
. La vida de estos cazadores recolectores gira y en
torno al respeto hacia el mar.
Aparecen mencionados en los escritos de 1521 del
explorador veneciano Antonio Pigafetta, quien formó parte de la primera expedición
que dio la vuelta al mundo de
Magallanes, realizada a bordo de la nao Victoria, la única que regresó a
España. Pigafetta fue uno de los 18 hombres que sobrevivieron al viaje de los
265 de la tripulación inicial. Su
relato de los hechos se titula Relación del
primer viaje alrededor del mundo (1524), también conocido
como la Relación de Pigafetta. Este relato es la fuente principal
de información sobre el viaje de Magallanes y Elcano,
y de la propia vida de Pigafetta. Por primera vez un europeo relataba el
descubrimiento del estrecho de
Magallanes, donde se constataba el paso navegable al océano
Pacífico (masa de agua conocida desde 1513 por Vasco Núñez
de Balboa, que la llamó «mar del Sur»), la Patagonia o el primer documento
disponible acerca del idioma cebuano de Filipinas. Pues en estos documentos, ya
estaban mencionados estos gitanos o nómadas del mar.
Su religión mosaica:
Mestizaje de dioses Mientras la mayoría de la literatura sobre los Bajau los
coloca bajo el paraguas de Islam, lo que más reluce en la religiosidad popular
de los de Cebú, es el apego al “baúl ancestral.” Ninguno de los Bajau de Cebú
son musulmanes, pero dependiendo de que tengan o no otras creencias, cada hogar
tiene su baúl. El baúl contiene objetos y pertenencias de cada ancestro que ha
vivido con la familia (o clan). Pueden ser gafas de bucear, artículos de aseo
(peines), o de adorno (bisutería). Los espíritus (o hantu) comparten el espacio
familiar como otros miembros más—guardar objetos suyos es testimonio a que
reconozcan su presencia. Es la convicción de que el espíritu del muerto todavía
habita en esas reliquias, y es el deber de cada miembro apaciguarlo para que no
los azote con enfermedades o tormentas marítimas.
Fuentes: Artículo de
Kent B. Albright en el XVI
Congreso Internacional de Antropología Iberoamericana Universidad de Salamanca
, reportaje de National Geographic,
BBC, y 20 minutos.
Fotos de: Claudio Sieber y Rehahn