sábado, 3 de abril de 2021

El proceso de Jesús de Nazaret

 Estando en  estas fechas tan emblemáticas... he estado leyendo artículos sobre el proceso judicial de Jesús de Nazaret... Y he encontrado un resumen de un libro del profesor de Derecho Ribas de Alba... Un libro que siempre me quise leer y no pude.

Os dejo pequeños resúmenes de artículos suyo y deNational Geographic... 

Según el profesor, la muerte de Jesús en la cruz «no fue el resultado de una reacción más o menos arbitraria camuflada con apariencias jurídicas» sino que se debió a «un verdadero proceso, según el derecho de la época».


El estudio de Ribas Alba concluye con la existencia de «dos procesos interconectados» dadas las relaciones entre el delito judío de blasfemia y el delito romano de lesa majestad, que «en ambos casos se trata de delitos político-religiosos». Por ese motivo, Ribas Alba rechaza la existencia de dos procesos diferenciados por lo religioso, el judío, y por lo político, el romano

El profesor ha asegurado que ambas «teologías políticas», la romana y la judía, rechazaban una doctrina que cuestionaba «sus fundamentos más profundos» y que en ambos universos, el judío y el romano, «lo religioso y lo político se mezclaban de una forma difícil de entender desde la mentalidad moderna». Sobre el proceso judío ha señalado que se existieron «trámites procesales anteriores al momento de la detención en Getsemaní»,


Ribas Alba ha efectuado un estudio comparado del proceso de Jesús y de otros procesos coetáneos del que ha llegado a calificar como «el más relevante procesamiento de la historia del Derecho».

El proceso romano» o última parte del ensayo concluye con una descripción de los poderes de Poncio Pilato, de cómo transcurría el proceso penal romano en el ámbito provincial y de las relaciones entre el delito romano de lesa majestad con el delito judío de blasfemia, así como la ejecución final de la pena. Para Ribas Alba el proceso a Jesús de Nazaret es «uno de los acontecimientos históricos de mayor trascendencia» por tratarse de «una figura que marcó de forma decisiva la Historia universal» además de que «contribuyó a configurar la cultura y mentalidad de la civilización occidental».


Judea, convertida en provincia romana solo tres décadas antes, era un polvorín a punto de explotar, especialmente en los periodos de festividades religiosas, cuando se concentraba una gran cantidad de gente en las ciudades. Una de las celebraciones más importantes del calendario hebreo es la de Pésaj -conocida también como la Pascua judía-, que conmemora la liberación de Egipto y que estaba a punto de celebrarse cuando Jesús entró en Jerusalén. A los ojos del prefecto, cualquier alteración del orden público en un momento tan cargado de simbolismo -la conquista de la libertad del pueblo judío- debía ser inmediatamente suprimida.


Las figuras mesiánicas, como Jesús o su maestro Juan el Bautista, representaban además un problema añadido para Roma: el reino de Israel había sido una monarquía teocrática, por lo que la aparición de este tipo de líderes religiosos podía estimular una revuelta contra la propia ocupación romana. Además, en una concepción monoteísta, el Imperio Romano era una sociedad idólatra que entraba en directa oposición con la proclamación que hacía Jesús del “reino de Dios”.


Poncio Pilato es descrito como “un hombre de carácter inflexible y duro” y se sabe que no le temblaba la mano a la hora de condenar a quienes amenazasen el poder romano.

UNA AMENAZA PARA LOS SACERDOTES

Para los sacerdotes judíos y, en particular, para el Sumo Sacerdote Caifás, Jesús representaba también un problema. Durante la mayoría de su vida este predicó en Galilea -la zona norte de la provincia de Judea- y no representó una molestia, pero su llegada a Jerusalén junto con un nutrido grupo de seguidores cambiaba las cosas.

El Templo de Jerusalén era el centro del poder teocrático y en su patio se vendían animales para los sacrificios y se cambiaban monedas griegas y romanas por judías y fenicias, que eran las únicas que podían usarse en el Templo. Según los Evangelios, Jesús se molestó al ver que la casa de Dios era usada para el comercio y volcó las mesas de los comerciantes: de este episodio solo tenemos constancia por las fuentes cristianas, pero se considera veraz y habría supuesto un grave altercado, motivo suficiente para iniciar un proceso contra Jesús.

Jesús suponía un doble peligro no solo por sus críticas a ciertas conductas de los sacerdotes, sino por el miedo a que desencadenara una revuelta que fuera sofocada por los romanos en un baño de sangre. En particular, el episodio de la expulsión de los mercaderes del templo habría sido el detonante para que el Sanedrín -el consejo de rabinos con funciones de juez- viera en Jesús un peligroso agitador de masas y juzgara conveniente denunciarlo ante las autoridades romanas, que tenían la potestad en cuestiones de orden público.

Poncio Pilato es descrito por el filósofo Filón de Alejandría como “un hombre de carácter inflexible y duro, sin ninguna consideración” y se sabe que no le temblaba la mano a la hora de condenar a quienes pudieran suponer una amenaza para el poder romano. De hecho, además de Jesús, tuvo que lidiar con otros personajes bastante más peligrosos que habían arengado abiertamente a las masas para que se rebelaran contra Roma, por lo que no debió de tener demasiados reparos en deshacerse de aquel predicador.


La responsabilidad atribuida mayoritariamente a los judíos debe entenderse en el contexto de evangelización: a los autores cristianos les interesaba convertir a un público romano, por lo que presentar a su propio pueblo como culpable de la ejecución de Jesús no era conveniente. Los judíos, en cambio

, eran un buen chivo expiatorio: la singularidad de sus costumbres los convertía en un cuerpo extraño dentro del Imperio y, por otra parte, muchos judíos se negaban a considerar a Jesús como el rey-mesías que anunciaba su tradición. Además, en Egipto, donde se formaron las primeras comunidades cristianas, existía ya un sentimiento antisemita que reforzó esta idea.

La elaboración de los Evangelios, en cuanto obras de proselitismo religioso, enfatiza el carácter místico de la muerte de Jesús. Sin embargo, quienes la propiciaron, ordenaron y llevaron a cabo no podían imaginar la trascendencia que tendría: para ellos, muy probablemente, se trató de ejecutar a un alborotador más. 

1 comentario:

  1. Ni hace 2000 años comprendieron a este hombre-dios, imaginaos hablando de igualdad entre hombres y mujeres y que todos eran hijos de un dios(no Jehová) vamos un loco muy peligroso. Y en esta época lo llamarían coletas.... Jjsjjsjsj. Lo digo muy en serio

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