miércoles, 26 de enero de 2022

Conmemoración del Holocausto Judío y Gitano


 Hoy conmemoramos el Holocausto Gitano también, aquella tragedia que aún muchos tienen la osadía de negar o desconocer. Hace pocos días estuve reunida con un partido en el que aún me ponía en tela de juicio si se puede utilizar el término Genocidio a la Comunidad Gitana. No se puede desconocer la historia ni olvidar a sus víctimas. 


El 27 de enero se conmemora la liberación en 1945 por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau; la Asamblea General de las Naciones Unidas(link is external) proclamó oficialmente esa fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Cada año, en torno al 27 de enero, la UNESCO rinde tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto y ratifica su compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos


Con cada cuestionamiento de esta historia, con cada ataque a la memoria de las víctimas, se alimenta el auge del antisemitismo y del discurso de odio, lacra cotidiana para las comunidades judías de todo el mundo. Por tanto, debemos estar más alerta que nunca. Es nuestra responsabilidad común proteger la verdad y mantener viva la memoria de todas las personas que sufrieron a causa del régimen nazi; apoyar la investigación y la documentación, para responder con la realidad de la historia a las fantasías de los fanáticos; estudiar y enseñar el Holocausto, para que la educación prevenga el antisemitismo y toda forma de racismo." — Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto

Séfora Vargas.



Breve resumen para todos esos desconocedores:

En 1899, en Alemania, la policía de Baviera creó una sección especial de cuestiones gitanas, que llegó a tener su sede central en Múnich. En 1929, se prohibió a los gitanos circular libremente por el país y se creó el primer campo de concentración, donde fueron destinados por asociales, por tener sangre peligrosa y por ser netamente inferiores. Había que impedir todo tipo de contacto (con la plaga gitana) que hiciera peligrar la sangre alemana; tomar por esposo o esposa a alguien de sangre gitana implicaba el descrédito de toda la sociedad y, por supuesto, la pérdida del trabajo y de la jerarquía social. En 1944, los medios de formación de opinión resumían:

“… los mestizos gitanos no podrán hacer peligrar al pueblo alemán tanto como los judíos, sufren de debilidad, son seres primitivos incapaces de madurar”.

El punto más alto llega con el ascenso del nazismo y, rápidamente, multiplica no sólo las leyes discriminatorias, sino también los campos de concentración, los experimentos médicos con niños y embarazadas, la esterilización de las mujeres y los asesinatos masivos en las cámaras de gas.

El siglo xx trajo consigo más calamidades para los Romaní. En la Europa central nació el holocausto nazi, que arraso con parte del continente. En 1934 el régimen nazi selecciona a los gitanos que deberían ser esterilizados con inyecciones o castrados, en los campos de Dachau o Sachsenhausen.

Los roma (gitanos) estaban entre los grupos elegidos por razones raciales para ser perseguidos por el régimen nazi y la mayoría de sus aliados.

Los nazis consideraban a los roma “inferiores racialmente” y el destino de los roma en algún sentido era paralelo al de los judíos. Las romas estaban sujetos a encarcelación, trabajos forzados, y masacre. También estaban sujetos a deportación a los campos de exterminio. Los Einsatzgruppen (equipos móviles de matanza) mataron a decenas de miles de roma en los territorios orientales ocupados por los alemanes. Además, miles fueron asesinados en los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau, Chelmno, Belzec, Sobibor, y Treblinka. Los nazis también encarcelaron a miles de roma en los campos de concentración de Bergen-Belsen, Sachsenhausen, Buchenwald, Dachau, Mauthausen, y Ravensbrueck.




 

El 21 de septiembre de 1939, Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Principal de Seguridad del Reich, se encontró con oficiales de la Policía de Seguridad (Sipo) y del Servicio de Seguridad (SD) en Berlín. Decidió a deportar a 30.000 roma alemanes y austriacos al este - del gran Reich alemán al Gobierno General, un territorio dentro de la Polonia ocupada por los alemanes. Este plan fracasó debido a la oposición de Hans Frank, gobernador general nazi de la Polonia ocupada, y la decisión de priorizar las deportaciones de los judíos de Alemania.

Hubo sin embargo varias deportaciones de roma. Alrededor de 2.500 roma fueron deportados a Polonia en abril y mayo de 1940. La mayoría fueron privados de comida y murieron como resultado del trabajo forzado. Los que se enfermaban o quedaban incapacitados fueron fusilados. Otros 5.000 roma fueron deportados a Lodz, donde fueron detenidos en un área separada dentro del ghetto de Lodz. Los que sobrevivieron las condiciones horribles del ghetto de Lodz fueron luego deportados del ghetto al campo de exterminio de Chelmno, donde murieron en camiones de gas.

En preparación para su eventual deportación de Alemania, todos los romas fueron confinados en campos (Zigeunerlager). Con la suspensión de deportaciones de roma en 1940, estos campos se convirtieron en campos de largo plazo para roma. Marzahn en Berlín junto con Lackenbach y Salzburg en Austria eran de los peores de estos campos. Cientos de roma murieron a consecuencia de las condiciones horrendas. Los alemanes de la zona se quejaban constantemente de los campos, exigiendo la deportación de los romas internados ahí para “proteger la moralidad y la seguridad pública”. La policía del barrio usó estas quejas para apelar oficialmente a Heinrich Himmler, el jefe de las SS, para que reanudara las deportaciones de los romas al este.

En enero de 1940 se tiene la matanza en masa del pueblo gitano: 250 niños son utilizados como conejillos de indias, para experimentos científicos en el campo de Buchenwald. El 1° de agosto de 1944 durante las primeras horas, 4000 gitanos son asfixiados e incinerados en Auzchwitz - Birkenau, en un episodio que se recuerda como " la noche de los gitanos" (Zigeunernacht), Ian Hannock calcula que al termino de la Segunda Guerra Mundial entre un 70% y un 80% de la población gitana había sido aniquilada por los nazi, pasó más de medio millón de personas, “comienza el olvido” ".


En la Alemania, de la post-guerra, al igual que en otros países de Europa como Francia, Inglaterra, Rumania, Italia, España han tenido que enfrentar las secuelas de la Segunda Guerra Mundial y sus cicatrices morales, económicas, políticas, sociales, dando como resultante el sentir de su culpabilidad de los seis millones de judíos victimas del exterminio nazi, determinado por el tribunal de Núremberg. Sin embargo pareciera que una parte de la historia está olvidada o intencionalmente fue dejada a un lado: el asesinato en masa de más de medio millón de gitanos en los campos de Nordhausen, Ebensee, Auschwitz - Birkenau, etc. Causado por la obsesión racial del régimen nazi con respecto los judíos y a gitanos, lo que trajo como consecuencias la discriminación racial y política. La discriminación persiste en algunos países como la República Checa, Rumania, Albania, etc., donde los gitanos siguen siendo segregados, atacados, asesinados por razones raciales y culturales.

El alto Tribunal de Núremberg, que condenó los excesos del nazismo, acepta un fallo de la Corte Suprema de Alemania, del 7 de enero de 1956, donde se argumenta que: los gitanos que han resistido el exterminio son antisociales, tienen tendencia a la criminalidad, un afán irrefrenable por la apropiación. Y cita como prueba la lucha contra la plaga gitana. También dice que las sanciones tomadas desde 1933 a 1943, durante el imperio nazi, no se diferenciaban mucho de las acciones tomadas anteriormente en la lucha contra la plaga gitana. Por lo tanto, esgrime el fallo, las acciones no pueden ser tomadas como persecución racial.

Otro de los argumentos contemplados por el alto Tribunal fue que, antes y durante la guerra, la esclavitud, los encierros y las muertes en campos de concentración, o fuera de ellos, fueron tomados como medidas preventivas de las acciones de los espías. En las políticas de posguerra, el alto Tribunal, en un primer momento, se negó a atender el Genocidio gitano; posteriormente, y a regañadientes, falló, pero no consideró a las víctimas gitanas iguales a otras: un año de permanencia en los campos se indemnizó con 1.000 dólares. A los que fueron víctimas de esterilización se les denegaba la indemnización, argumentando que no implicaba una merma en la capacidad laboral. A los gitanos casados según su ritual no se les otorgó ningún reconocimiento como cónyuges de las víctimas. El canciller alemán Helmut Kohl reconoció el genocidio nazi contra los roma en 1982. Para ese momento, la mayoría de los roma que hubieran tenido derecho a la restitución bajo la ley alemana ya habían muerto.

Los Nacional-Socialistas mataron entre el 25 y el 35 por ciento de todos los romaníes que viven en Europa, y alrededor del 70 por ciento en esas áreas bajo control nazi, el porcentaje mayor. Hancock y otros defienden que es ultrajante que no haya ninguna inclusión en absoluto de las víctimas romaníes del Holocausto en el acto planeado por la ONU.


Séfora Vargas. 




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